Belle de Jour: la historia de un vestuario que marcó tendencia
Yves Saint Laurent y la transformación de Séverine a través de la moda.
Hace unos meses hablábamos del inolvidable vestuario de Bonnie & Clyde, de Arthur Penn, a cargo de la diseñadora Theodora Van Runkle, y de los ecos que tuvo en la industria de la moda. Hoy vamos a hablar de otro vestuario icónico, cuya influencia tanto en las pasarelas como en las calles sigue muy vigente a día de hoy y es de nuevo, una prueba, de cómo el cine influencia a la vida real. Se trata del vestuario de Belle de Jour, de Luis Buñuel.
La película, estrenada en 1967 y protagonizada por Catherine Deneuve, sigue las andanzas de Séverine, una acomodada joven recién casada que, para huir de la monotonía, decide comenzar a trabajar en un burdel.
La cinta ganó el León de Oro en el Festival de Venecia, siendo Buñuel el primer director español en hacerse con el galardón, y el único hasta que, en 2024, Almodóvar se alzara con el mismo premio por La Habitación de al Lado. La película tuvo que hacer frente a la censura de la época, pero ha acabado consolidándose como una de las grandes obras del cine europeo y una de las mejores en la filmografía de Buñuel.
Pero lo que nos ocupa hoy es el icónico vestuario de la cinta, cuya influencia sigue estando muy vigente en la actualidad.
Aunque Buñuel se ocupaba de muchos de los detalles y el vestuario corría a cargo de Hélène Nourry, fue Yves Saint Laurent quien se encargó de diseñar personalmente el vestuario de Catherine Deneuve, convirtiendo la cinta en un icono de la moda.




Los acertados diseños de Saint Laurent enfatizan la dualidad que consume a Séverine y su conflicto interno. En las escenas en las que su rol es estrictamente el de la esposa perfecta de un hombre burgués, Séverine es pura sofisticación y la imagen de lo que se considera apropiado. Desde el perfecto conjunto para un día de esquí, pasando por el blanco inmaculado para jugar al tenis hasta la bata rosa chicle que utiliza en casa, Séverine es la imagen misma de la burguesía.




En su día a día la vemos vestir tejidos fluidos en tonos principalmente neutros, con el pelo impecablemente recogido o cubierto por algún accesorio, sin salirse ni un milímetro de lo que se considera apropiado. Destacan además los abrigos de corte militar (especialmente ese que se convierte en el uniforme con el que acude al burdel), enfatizando la rigidez a la que se ve sometida el personaje en su vida diaria.
Sin embargo, a medida que su “otra vida” cobra fuerza, veremos evolucionar su vestuario. El color negro empieza a tomar fuerza, añadiendo un componente de rebeldía y de modernidad. El abrigo militar es reemplazado por un trench de cuero en acabado brillante con las mangas de punto, tan moderno que había sido parte de la colección de Saint Laurent el año anterior al estreno de la película (y que se convirtió en una de sus prendas más demandadas).
El abrigo negro de piel que acompaña con un sombrero con tachuelas no hubiera encajado con la Séverine que veíamos al principio de la cinta, y el conjunto rojo que lleva que lleva en uno de sus encuentros con Marcel solo lo habíamos visto en sus fantasías.
Vemos el cambio en el personaje a través de su vestuario, y por eso, la escena final en la que aparece con un vestido que bien podría ser de colegiala (y que también se convertiría en uno de los diseños más populares, versionado una y otra vez a lo largo de las últimas décadas), le aporta un punto cómico a ese “arrepentimento” de la protagonista, que en realidad no lo es tanto.
Mención especial merecen los zapatos que viste a lo largo de toda la película, diseñados por Roger Vivier y que no sólo se siguen fabricando (y demandando) en la actualidad, sino que adoptaron el nombre de la película, los zapatos Belle de Jour.
Vemos una vez más cómo el vestuario puede convertirse en un elemento clave para la narración, aportando un apoyo visual al desarrollo de los personajes.
No puedo terminar este post sin hablar del vestuario de Pierre Clementi en el papel del criminal Marcel. Al parecer, el vestuario de este personaje (que se mantiene siempre igual) fue elegido por el propio Buñuel, y se convirtió, quizás sin quererlo, en un verdadero icono.




El traje de terciopelo, la corbata estampada, las botas y el gastado abrigo de cuero construyen la identidad de un personaje que apenas tiene tiempo en pantalla, y de este modo Buñuel nos da una descripción visual de su personalidad. El look de Pierre Clementi se convirtió en uno de los más admirados en el mundo de la moda, y tanto es así, que toda la colección otoño-invierno de 2022 de Anthony Vaccarello para Saint Laurent estaba abiertamente inspirada en este personaje.




Un nuevo ejemplo de cómo, en un área o en otra, el cine traspasa la gran pantalla y crea tendencias en el mundo real.
Un último detalle, ¿no recordáis haber visto esta misma combinación de abrigo de cuero y bastón en otra película con vestuario espectacular? Exacto.