Cruella: cuando el vestuario cuenta la historia
Analizando la obra de Jenny Beavan para el regreso de la gran villana de Disney
Cuando, hace unas semanas, hablé de la importancia del diseño de vestuario en ficciones contemporáneas, dejé de lado un ejemplo del que quería hablar por separado, al no estar ambientado en un contexto completamente contemporáneo ni demasiado realista. Y, como estamos en una época de disfraces (especialmente de villanos), creo que es buen momento para alabar el increíble vestuario de Cruella.
Cruella se enmarca dentro la nueva colección de remakes de acción real de los clásicos de animación que Disney está llevando a cabo. Sin embargo, en este caso, no adapta por completo la película en la que se inspira (101 Dálmatas), sino que funciona como una suerte de precuela centrada exclusivamente en los orígenes de Cruella, una de las villanas más icónicas de la factoría.
Protagonizada por Emma Stone y Emma Thompson, la película está ambientada en el Londres de los 70, concretamente en la industria de la moda. La joven Estella (el nombre de Cruella antes de convertirse en el personaje que todos conocemos), interpretada por Emma Stone, intenta abrirse paso en la industria del diseño y emular la trayectoria de la Baronesa (Thompson), una legendaria diseñadora de moda que esconde secretos relacionados con el pasado de la joven protagonista.
Seguramente la película no pase a la historia como uno de los grandes clásicos Disney (y, sin embargo, es mucho menos desdeñable que la mayoría de sus adaptaciones a acción real), pero tiene algo con lo que otras cintas no cuentan: el vestuario es una auténtica OBRA DE ARTE (sí, con mayúsculas).
Jenny Beavan es la artífice del colosal diseño de vestuario de la película, trabajo que le valió su merecidísimo tercer Oscar (los dos anteriores los ganó por Una habitación con Vistas, en 1986, y Mad Max: Furia en la Carretera, en 2015).
La película se apoya en el trabajo de Beavan para contar la historia de la protagonista. Con la moda en el centro de la historia, lo primero que sabemos de Estella es que le gustaba personalizar su ropa en el colegio.



Años más tarde, ya en Londres, vemos tres modelos de vestuario completamente distintos para la Estella adulta.
Por un lado, era la propia Estella quien se ocupaba de crear los elaborados disfraces con los que ella y sus compinches llevaban cabo sus robos (y Beavan crea más de un ejemplo de estos disfraces para disfrute del espectador). Estos sofisticados atuendos no reflejan necesariamente la personalidad del personaje, pero sí que anticipan una creatividad desbordante y una debilidad por la excentricidad que veremos desarrollarse en su faceta de Cruella a medida que avanza la cinta.
Con respecto al vestuario de Estella, podría decirse que es una representación comedida de la estética punk. Estella es una rebelde pero ha tenido que aprender a ocultarlo cuando lo necesita (de ahí la explosión de excesos que será Cruella). Colores oscuros, botas moteras, siluetas ceñidas con algunos volúmenes inesperados, hombros marcados… serán su seña de identidad incluso en sus atuendos más formales, cuando trabaja para la Baronesa.



Y, por fin, Cruella. A nivel estético Cruella es todo excentricidad y diversión, no hay límites, y tampoco los hay en la obra de Beavan. Cruella muestra dos tipos de atuendos: su ropa para el día a día y los looks que muestra en apariciones públicas para competir con la Baronesa (eventos, fiestas, desfiles…).
Podríamos decir que su ropa “normal” es la versión más extrema del armario de Estella. Comparten el negro como color predominante (como único color en realidad), siluetas ajustadas, hombros marcados… Pero en el caso de Cruella cambia los tejidos más fluidos por el cuero y otras telas más rígidas, que permiten un aspecto más estructurado, casi con aire militar (es su guerra al fin y al cabo).
Pero es en esas apariciones estelares que mencionábamos antes en las que Beavan se luce. Los vestidos de Cruella son auténticas obras de arte. La capa de seda a la que prende fuego para desvelar un espectacular vestido rojo, el outfit con el que se presenta en moto, con pantalones de lentejuelas y el mensaje “the future” escrito en la cara”, el espectacular abrigo con estampado de dálmatas (conectando así con 101 Dálmatas)… todos ellos trabajos espectaculares.






Pero hay dos ejemplos que merecen mirarse con detenimiento y pararse a aplaudir a Jenny Beavan.
El primero de ellos es el atuendo con el que aparece de pie sobre el coche e la Baronesa, con una larguísima falda roja para la que utilizaron alrededor de 5000 pétalos de organza, y que cubre por completo el vehículo (al parecer hicieron falta varias tomas para que Stone consiguiera cubrir el coche en un solo movimiento). La falda la combina con una chaqueta militar con tal nivel de detalle que, si se aprecia de cerca puede verse que las hombreras están compuestas de figuritas de carruajes y caballos en miniatura. Un trabajo increíble para tan sólo unos pocos segundos en pantalla.
El segundo ejemplo al que me refería es el “vestido basura”. En un momento dado Cruella aparece en un evento sujeta a la parte trasera de un camión de basura del que va sacando metros y metros de lo que resulta ser su vestido, cosido a partir de retales (al parecer, el guión especificaba que estos retales eran la colección de primavera-verano de 1967 de la Baronesa, de ahí los tejidos fluidos y los colores pastel), y que arrastrará por toda la calle. La prueba de que Cruella sabe jugar sucio y hacerlo con estilo.
Por si esto fuera poco, el vestuario de Estella/Cruella no es el único que sobresale en la película. Beavan se encarga también de darle un estilo muy concreto a la Baronesa, y de crear la coherencia en su estilo que se espera de la persona al frente de una firma de moda. Más comedidos que los de Cruella y con evidentes reminiscencias a Dior, los estilismos de la Baronesa hubieran sido la estrella de cualquier película. Cualquier película en la que no hubiera una Cruella, claro.






Podría seguir elogiando el trabajo de Beavan durante horas, pero creo que tenéis suficiente por hoy. Espero que la próxima vez que veáis la película dediquéis especial atención al increíble trabajo de esta diseñadora de vestuario. Merece todas las alabanzas.